Las organizaciones con la mejor implementación de Agile nunca afirman su éxito.
Los organizaciones que he visitado estaban en un estado de waterfall estructural también conocido como manera de trabajar en cascada rígida.
Están lejos de la mejor implementación de Agile.
Esta revelación en particular me llegó pocos años después de que comencé a trabajar con agilidad.
Todas afirmaban que eran ágiles. Decían cosas como “pero hacemos reuniones diarias”, “hacemos sprints” o alguna otra una cita real de la gerencia de una de ellas.
También afirmaban en el momento que las apretabas un poco con preguntas algo incomodas que eran ágiles y requeteágiles pero admitian cosas como que “tenemos un largo camino por recorrer y todavía estamos aprendiendo”.
Por supuesto, esto no es cierto para todas las organizaciones, pero debo decir que es la mayoría de los casos en mi experiencia.
Básicamente me han llamado siempre para ayudar en implementaciones de Scrum, de Agilidad de negocio o de Kanban y siempre me han preguntando “Tu qué haces aquí si ya hacemos todo lo que vienes a mostrar?”.
Esta pregunta no se aguanta ni 3 minutos en el momento que empiezas que lanzas la pregunta: “¿Tu sabes qué hace tu compañero de equipo? ¿Tu sabes que hace la persona que tienes sentada a tu lado en la oficina?”
Por eso, la primera cosa a tener en cuenta en una impementación de Agile es hacer relucir la transparencia. Saber que hace la persona que tienes sentada al lado de tu mesa de trabajo en la oficina.
¿Por qué es así?
La mejor implementación de Agile no es un estado.
Esto de la agilidad es la capacidad de cambiar y responder a un entorno en el que se encuentra como organización.
La capacidad de sentir y responder y la capacidad de inspeccionar y adaptar.
¿Puedes decir que has implementado métodos ágiles como Scrum o Kanban?
De hecho, puedes. Si tiene todos los elementos en su lugar, entonces lo has hecho.
Pero si lo has hecho bien, comenzarás a comprender que la agilidad de negocio no es la mecánica. No es una cosa de libro, sinó de reglas, valores y excelencia técnica.
La colaboración por encima de las recetas precocinadas.
Son los valores, principios que son mucho más difíciles de introducir. De ahí es donde viene el “largo camino por recorrer y seguir aprendiendo”. Y es eso un camino, no una receta a seguir. Se tiene que huir de cualquier persona que diga que tenga el libro mágico de la agilidad y su receta vencedora.
Las organizaciones ágiles son las que luchan por el buen Scrum, su buen tablero de Kanban o cualquier otro marco que entienda que solo el cambio y la mejora constante aportan un valor significativo y una ventaja competitiva.
Al igual que durante la pandemia actual, los han podido adaptarse, sobrevivir o prosperar lo han hecho adaptandose al ambiente.
Después de comprender la Agilidad y Scrum, verás que nunca ha terminado de cambiar ni de evolucionar.
Entonces, la próxima vez que una organización os diga “sí, somos ágiles”, verifica si realmente lo son. Tienes que ser escéptico si los que “todavía están aprendiendo” realmente tienen un largo camino por recorrer.
Además, cuando hablamos de métodos ágiles, tienes que primar la diversidad sobre la supremacia. No es mejor SAFe que LESS, cualquiera de las 2 aporta valor en su contexto.
Las simplicidad sobre la complejidad. Navegar la complejidad es eso, navegar el desconocimiento delante el conocimiento. Porqué andar el empiricismo es eso, inspeccionar y adaptarse al entorno.
En resumen, en estas situaciones, yo siempre pongo el mismo ejemplo. Esto de la agilidad es como el sexo adolescente, los que lo han prácticado bien, no te lo han contado. Igual que la mejor implementación de Agile.